POR: JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR
Es por lo menos lamentable que el Presidente de la República reconozca, en su discurso en la posesión de una Magistrada del Consejo de Estado, que se viven días traumáticos con el poder judicial colombiano.
Eso no debería de suceder en un Estado de Derecho; la democracia es un equilibrio de pesos y contrapesos; si se caen ante el control judicial, decretos o leyes que autorizan al Presidente para contratar directamente, sin acudir a las normas normales del estatuto público para la contratación, es porque no se tramitaron debidamente, fallaron en su forma o en su contenido por no estar acordes con la Constitución; a las autoridades judiciales no les queda más que eliminarlos del mundo jurídico y eso no significa que haya un traumatismo en las instituciones del Estado como lo señala el Presidente, todo lo contrario, significa que los controles democráticos están funcionando.
Ahora que, como reacción a ello, el Presidente se sienta atacado y amenace, sin estudios adecuados y sin argumentos, con reemplazar la elección de jueces por un sistema de elección popular, en un país cercado por los vándalos, la corrupción, los políticos deshonestos, no deja de ser un desatino. No quisiera imaginarme lo que pasaría con la politización del sistema de justicia en Colombia; pensemos en el campo, los grupos al margen de la ley presionando la elección de algún juez afín a ellos, para lograr sus no muy santos propósitos.
Es cierto, en algunos estados de los Estados Unidos de América, se eligen jueces popularmente; pero las circunstancias son muy diferentes, política y culturalmente.
En México acaban de implementar el sistema, se introdujeron en semejante aventura, en un país flanqueado por el narcotráfico; ahora resulta que es el modelo a seguir. No está preparada Colombia para una elección popular de jueces, no es el momento, no se dan las condiciones y el Presidente no debería distraer al país en discusiones de esa naturaleza.
Pero es mayor el desacierto, cuando advierte que le dará la Cruz de Boyacá a los Magistrados que lideraron los procesos contra la parapolítica y que fueron reemplazados por el Cartel de la Toga. Ningún juez debe ser condecorado ni adulado, por cumplir con la aplicación de la ley, eso es lo que hacen todos los jueces, ese su deber constitucional. Quienes estuvimos en la Corte Suprema de Justicia cuando los procesos de la parapolítica, no hicimos cosa distinta que cumplir con nuestro deber, y mal ejemplo sería condecorar por ello, eso es lo que hacen todos los jueces de la República. No le queda bien al Presidente, ni atacar, ni adular a los jueces, por ningún motivo, ello va contra la independencia judicial.
El país va a tener que rodear a su sistema judicial, que, a pesar de los lunares, le ha cumplido en lo largo de la historia al país y a la democracia, respetando y haciendo respetar el Estado de Derecho. Faltaba más que ahora se le falte al respeto, con amenazas y lisonjas.