
POR: JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR
La semana pasada, como acto final de su ministerio de cuatro meses, el saliente Ministro de Justicia dio a conocer un proyecto de ley por el cual se convoca a una Asamblea Nacional Constituyente; es decir, se concreta la convocatoria, con la cual viene amenazando el Gobierno, desde que el Congreso le rechazó el primer proyecto de reforma a la salud, y que se ha convertido en un tema recurrente.
Se decidieron por la ortodoxia, utilizando el mecanismo previsto en el artículo 276 de la Constitución actual, que supone en primer lugar, la aprobación de una ley, por la mayoría de los miembros de ambas cámaras; luego una votación por el pueblo y se entenderá aprobada la convocatoria, si se obtiene el voto favorable de una tercera parte de los integrantes del censo electoral. No le será fácil al Gobierno, ni sacar la ley en el Congreso, ni obtener los votos populares que pueden ser más o menos unos seis millones de votos aproximadamente.
Se le reconoce al Ministro que abandonó la idea buscar “un momento constitucional”, como le escuchamos alguna vez, que le permitiera prescindir del Congreso y dirigirse directamente al pueblo; creando una situación política, que le permitiera abandonar los caminos dispuestos por la misma constitución para su reforma; a manera de lo que hizo Núñez para sacar adelante la constitución del 1886, o la séptima papeleta para la de 1991.
El propósito según el proyecto, es una reforma integra a la Constitución, la única línea roja, es que no podrá revocarse el Congreso; con fundamento en que existe un “bloqueo institucional” de parte del Congreso para que el Gobierno pueda sacar sus reformas sociales.
Nada más descabellado; el Gobierno ha sacado en el actual Congreso la reforma tributaria recién comenzaba, la reforma pensional, la reforma laboral, la jurisdicción agraria y otras tantas incluyendo los presupuestos. No es cierto que exista un bloqueo institucional; el problema es que la reforma propuesta para la salud no goza del favor popular, no es buena, no está consensuada y es producto de la obstinación presidencial. Ningún bloqueo, simplemente es que no ha logrado las mayorías para su embeleco de la salud, que tiene más detractores que simpatizantes, adentro y fuera del Congreso.
Otro despropósito es la composición de la Asamblea por 71 delegatarios, 44 elegidos popularmente por circunscripción nacional, hasta allí no hay problema; pero el Gobierno se asegura prácticamente la mitad de los miembros de entrada, dando participación por derecha a diferentes miembros de etnias, raizales, negritudes, indígenas, etc, que todos sabemos componen sus huestes políticas, con lo cual dominaría prácticamente la mitad de los miembros. Estratificar la sociedad colombiana, con la disculpa de dar participación a las minorías, se está convirtiendo en una sutil manera, de romper la igualdad y de manipular la composición de las corporaciones públicas. Todo somos iguales; gánense los escaños en franca lid.
Siguió a esta convocatoria la renuncia del Ministro; en su carta aduce un único motivo, la sentencia de Uribe. Algunos dicen, que le solicitaron la renuncia desde el exterior, que además de las investigaciones por la Procuraduría, la razón se encuentra en la forma en que convocó a la constituyente.










