Pasado el debate electoral colombiano para la elección de autoridades regionales, los resultados de la jornada dan lugar para algunas reflexiones.
Sin duda, lo resultados lo señalan, el partido de gobierno, el Pacto Histórico, es el gran derrotado de la jornada electoral, basta mirar Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, todas eligieron alcalde de la oposición. Las principales gobernaciones y alcaldías, quedaron en manos de oponentes claros y confesos, a través de un sinnúmero de partidos y movimientos políticos. Muy optimista el Ministro del Interior cuando señala que el gran triunfador fue la paz; es decir la política central de la administración, en otras palabras, reivindico para el gobierno un triunfo inexistente.
También los partidos tradicionales, liberal y conservador, quedaron totalmente reducidos en sus representaciones en los principales cuerpos colegiados regionales. Definitivamente, los partidos políticos tradicionales se atomizaron y su hegemonía de tantos años, es cosa del pasado. Fracasó también el movimiento que quería impulsar el ex alcalde Quintero de Medellín, tiene el récord de haber impulsado la mayor votación de Medellín, en contra de una propuesta política.
Lo que debería seguirse después de los resultados electorales, puede ser muy distinto a lo que se seguirá finalmente. En una democracia, constantemente se mueven las diferentes formas e ideologías de pensamiento político, en la medida que logran llegar, motivar y seducir a los miembros de la sociedad. Se podría decir, que el movimiento ahora se ha dado hacia sectores de derecha y también podría afirmarse que se ha manifestado en las urnas el descontento contra los proyectos que ha venido presentando el Gobierno sobre los grandes temas de impacto social, como las reformas a la salud, pensional, laboral, educativa, carcelaria, etc.
Lo que debería hacer un gobierno democrático, prudente y sensato, ante los resultados que se presentaron sería abrir un dialogo nacional, ceder en sus extremos ideológicos y buscar consensos para sacar unas reformas más ajustadas al querer de los ciudadanos y en sintonía con la opinión nacional. En teoría, gobernar se concreta en lograr consensos para solucionar los grandes problemas nacionales.
Sin embargo, aunque el Presidente señaló que atendería la voz del pueblo y buscaría un dialogo con los diferentes sectores nacionales y que también el Ministro de Interior declaró por medios la misma reflexión; la realidad es que continúan reivindicando los once millones de votos que lo eligieron en la presidencia de la república y los nueve o diez gobernaciones que dicen haber logrado en esta contienda.
El país amaneció el pasado lunes, más optimista y las corrientes de derecha con aires de triunfalismo; sin embargo, las reformas continúan su trámite legislativo y el Congreso no atiende para su discusión y eventual aprobación, sino a las razones que impone la burocracia y las mieles del poder, que el gobierno administra a su antojo. Todo pareciera indicar, que el gobierno no está de acuerdo con el optimismo que la oposición ostenta, ni con los equilibrios que la democracia reclama.